viernes, 18 de abril de 2008

Amor con aroma a café

Si no hay café para todos, no habrá para nadie . . . Ernesto Guevara

Compañero de nostalgias y de las mejores cosas de mi vida, mantenme despierta no dejes que duerma, aunque después mates a mi estomago y venga el ardor, cobíjame en tu aroma, abre mis ojos que necesito estar despierta, no quiero soñar porque mis sueños están llenos de delirios, de cosas imposibles.

Vuélvete mi mejor amante, mi compañero, mi amigo, déjame tenerte en cada sorbo, déjame paladearte hasta que te termines, porque no hay nadie más, porque la soledad es más dura de lo que imaginas, porque los amores son como tú a veces tan dulces que quieres tomarlos gota a gota y a la vez guardarlos para que no terminen, y algunas otras tan agrios, tan oscuros como un buen expresso que aunque sabes que dolerá, sigues ahí bebiéndolo tan despacio.

¿Quién podría resistirse al inmaculado sabor de un amor perfumado de café?
¿Cómo olvido los rojos cafés de los martes por la noche?
¿Dónde oculto ese desagradable sabor a despedida?

Al final dulce o amargo, sigues ahí hasta encontrar el fondo, y quedas vacío, tan vacío como una taza sin café.